15 oct 2007

Ventana blanca




Foto: Uta Barth


Una anécdota de Picasso relatada por Berggruen* y recogida también por Olivier Widmaier.
"Sucedió en la playa de Golfe-Juan, en los años cincuenta.
Hacía mucho calor. Picasso se encuentra con un anticuario parisiense de la calle de Seine, el señor Ascher, que le pide que le pinte un cuadro. Picasso acepta. "Al día sigiente, prosigue Berggruen, Picasso volvió a la playa. Era uno de los días más calurosos de ese verano. "Échese, le ordenó Picasso a Ascher en tono severo, échese de espaldas y no se mueva." Picasso sacó algunos grafitos de su bolso y se dedicó a trazar líneas sobre la generosa barriga del señor Ascher. "Permanezca muy tranquilo, le decía, tengo que concentrarme". El señor Ascher no se movía mientras sudaba la gota gorda. Sus pezones se convirtieron en sus ojos, y su ombligo, en una boca enfurruñada. Así fue cómo el señor Ascher quedó transformado en su autorretrato ambulante y empapado en sudor. "Mire mi cuerpo, decía con aire apenado, es un auténtico Picasso. ¿Pero qué puedo hacer? No puedo bañarme, ni tomar una ducha. En la cama, de noche tengo miedo de moverme y borrar mi retrato con las sábanas. ¿Qué puedo hacer? Paso el tiempo mirándome al espejo-víctima del calor y víctima de Picasso-. Sufro mucho. " Como el señor Ascher era un hábil negociante, terminó diciendo entre suspiros: "Tal vez debería ofrecerle el retrato sobre mi barriga a una revista de gran tirada. Podría causar sensación. Titular: El Picasso ambulante , o algo parecido". Cuando le conté a Picasso las tribulaciones del señor Ascher, se divirtió mucho. En momentos así, tenía algo diabólico: "Pobre señor Ascher, dijo, le hice su retrato, y ahora tiene que vivir con él".

* Heinz Berggruen "J´etais mon meilleur client" Paris, 1997
Olivier Widmaier Picasso "Picasso. Retrato de familia" ed. Algaba, Madrid 2003.


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